El Castillo Medieval de Bétera

En pleno centro del pueblo se halla el castillo de Bétera, cuyo origen se remonta a la segunda mitad del siglo XI, coincidiendo con las invasiones de otros pueblos musulmanes y con los primeros movimientos cristianos para reconquistar los territorios arrebatados por el Islam. En un principio se trataba de una torre erigida sobre un pequeño zócalo fortificado, en un reducto cuadrangular que también hacía de aljibe, y de este conjunto arrancaba un muro que cerraba el poblado de Bétera.
La alquería y el castillo se rindieron ante el rey Jaime I el 10 de abril de 1238. En julio del año anterior, el monarca ya había comprometido Bétera a la Orden militar de Santa Maria de Calatrava, que emprendió importantes obras en el Castillo, añadiendo torres y lienzos. Dejó de ser únicamente un elemento de refugio y vigilancia del poblado para convertirse en castillo señorial y, a la vez, en lugar de resistencia militar.
Después de la guerra entre el monarca aragonés Pedro IV y el rey de Castilla Pedro II, en 1364 Pedro IV ordenó que se llevara a cabo la demolición del castillo para evitar que volviera a caer en manos enemigas. Pero al parecer no se destruyó en su totalidad.
En 1386, la Orden de Calatrava dona a la família Boïl la Villa de Bétera con su casa-castillo, convirtiéndose en una de las muchas mansiones que los barones poseyeron en el Reino. En el siglo XVI se hicieron importantes reformas: se construyó la planta superior, se modificó la capilla, se abrió el porticado del patio y se construyeron dos bodegas para uso doméstico –las dos mazmorras actuales–.
A pesar de la renovación, en el último tercio del siglo XVII, la nueva dinastía de barones de Bétera, los Rocafull, prefirieron vivir en la masia de Massal-Conill. El edificio sirvió entonces como residencia del gobernador y también como prisión local, más un complejo de estancias como trullos, bodegas, tahona, caballerizas y almacenes donde guardar los impuestos en especie recogidos a los vasallos. Esto supuso una degradación del castillo, ya que al no residir allí los señores, las obras de reforma y conservación se limitaron al mínimo. En el año 1885 sobrevino una devastadora epidémia de cólera, y algunas dependencias del castillo fueron convertidas en hospital de zona, atendido por Hijas de la Caridad.
En 1888, el Marqués y Barón de Bétera hizo donación de la casa-castillo a la Junta de Montes y Señorío territorial de Bétera, con el objetivo de convertir el inmueble en una escuela-asilo u hospital, regentada por una comunidad de Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, que se encargaría del denominado Asilo de Nuestra Señora del Carmen. Este hecho supuso unas profundas reformas en el castillo, sufragados por el Marqués, y que, entre otras cosas supuso el soterramiento de las mazmorras y del Salón del Tinell (comedor señorial) al haber sido utilizados como escombrera. La Guerra Civil interrumpió las actividades del Colegio-asilo. El castillo pasó a convertirse en refugio local, prisión y base de alerta aérea. Poco tiempo después de finalizada la Guerra, se rehabilitó su anterior uso.
El precario estado provocó que en 1970 el colegio-asilo se trasladara a un nuevo edificio. Desde 1970 hasta 1975 albergó, de manera provisional, el retén, el juzgado de paz municipal, la biblioteca pública y un aula destinada a la enseñanza de adultos, sufriendo a partir de entonces un abandono casi completo.
En 1981 el Ayuntamiento de Bétera inició el expediente de declaración de la Casa-Castillo de Bétera como Monumento Historico Artístico de carácter provincial, y en 1983 el Marqués de Dos Aguas, Don Pascual de Rojas y Cárdenas, acordó con el ayuntamiento realizar la venta por el valor simbólico de una peseta.
Durane los cinco años siguientes el edificio se rehabilitó bajo la dirección del arquitecto Francisco Jurado Jiménez. La obra no quedó exenta de críticas, tanto por parte de vecinos como de especialistas de patrimonio, por el abuso en la utilización de materiales impropios, así como por el color rosado del exterior.
El castillo presenta actualmente un único recinto, con planta hexagonal de 1480 m2, ligeramente irregular debido a la disposición de los muros, que se encuentran en equilibrio con la inclinación del terreno. Con la finalidad de contrarrestar con taludes el desnivel.
El castillo se construyó con seis torres, y todas han sido restauradas completamente. De entre todas ellas destaca, sin duda por ser la de más volumen, una de planta rectangular (de 8 por 6 metros) y de alzada tronco-piramidal, que corresponde a la torre señorial, maestra, o también denominada torre del homenaje. Su altura puede llegar a los 20m, y estaba distribuida interiormente en cinco pisos. En el siglo XV, los naturales la conocían como torre de dona Maria, por haber residido en ella María de Boïl, madre del barón Don Berenguer Vives de Boïl. En 1897 le instalaron un reloj público, además de un juego de campanas, cambiando el nombre que recibía entonces de torre Canut –porque las plantas interiores se habían hundido y estaba vacía– por el de torre del Reloj. Hoy en día es la caja de la escalera que conduce a las diversas plantas por este lado.
Todas las torres y muros estaban coronados por almenas rematadas por pequeños prismas puntiagudos. La restauración ha sacado a la luz algunos de estos elementos que habían quedado escondidos por transformaciones posteriores, pero los remates triangulares han desaparecido.
Al lado de la torre SO, en la parte más alta del muro, sobresalen dos ménsulas de piedra que parecen indicar la antigua ubicación de un matacàn (especie de pequeño balcón cerrado, con ranuras verticales que sobresalen de las murallas con fines defensivos), a pesar de que su ubicación, tan cercana a dicha torre, parece desvirtuar su función. Existe también la suposición de que sostenía una especie de jaula donde se encerraba, a la vista de todos y en lo alto de la muralla, a quien merecía algún castigo.
Actualmente está en proceso un nuevo proyecto de rehabilitación que pretende revertir en parte las obras llevadas a cabo en los años 80, para convertir el castillo en un museo de las Culturas y Tradiciones de Bétera.
FUENTES:
¿Te gustaría visitar el castillo de Bétera?
Las visitas se realizan gratuitamente cada segundo domingo de cada mes, a las 10.00 y a las 12.00 horas.
Las personas interesadas deberán realizar una inscripción previa en auxiliar.turismo@betera.es.
Plazas limitadas a 25 personas por visita.
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