Las Fallas estrenan el título de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco con el reto de salvaguardar a perpetuidad una fiesta protagonizada por el fuego, en la que la multitud de sectores artesanos y tradicionales implicados la convierten en motor social, económico y cultural. El camino de la fiesta grande de Valencia hasta llegar al más alto reconocimiento patrimonial internacional no ha sido tan efímero como la vida de sus monumentos sino que ha durado más de cinco años, impulsado por numerosos apoyos.
La Junta Central Fallera celebra con una «plantà» en las Torres de Serranos la declaración aprobada por la asamblea de la Unesco. Más de mil personas se congregan en torno al monumento, que representa el cartel con el que Valencia defendió su candidatura – Dolçainers, tabals y un castillo de fuegos artificiales acompañan la tradicional subida al «tombe». Fiesta, pirotecnia, himno, música y el monumento erguido se concentraron ayer junto a las Torres de Serranos, el lugar de la «crida», para celebrar que las Fallas ya son Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, el mayor reconocimiento que otorga la Unesco a los eventos lúdicos y culturales de todo el mundo.
Se trata de un galardón ampliamente buscado por las instituciones pues pone en valor la excelencia de una fiesta, su arraigo popular, la implicación de un pueblo o los múltiples elementos culturales que se agrupan en torno a ella, como la pirotecnia, la música o la gastronomía. Todo eso es lo que ha reconocido la Unesco y todo eso es lo que el mundo fallero quiso celebrar ayer con una fiesta que visualizó muy a las claras la esencia de Las Fallas, que son una fiesta popular y vecinal que está extendida en toda la ciudad de Valencia, que abarca todas las edades, y además, incorpora a toda persona de cualquier condición religiosa, social y política y la hace partícipe de ella.
La idea de presentar a esta fiesta como patrimonio cultural nace de forma casual en 2003, cuando Justo Nieto, exrector de la Universidad Politécnica de Valencia, planteó esta idea durante su discurso como mantenedor de la fallera mayor, Vanessa Lerma. Esta propuesta fue tomada en serio y fue aprobada en el Pleno de Junta Central Fallera, en la Asamblea de presidentes de Falla y finalmente en el Ayuntamiento de Valencia.
Lo que comenzó como una simple sugerencia pronto se convertiría en un gran proyecto que culminó ayer cuando la Asamblea de la Unesco, reunida en la capital de Etiopía, aprobó la candidatura valenciana poniendo fin a una jornada de nervios y a un largo periplo de lucha con las instituciones. Conocida la votación, sobrevino la improvisada celebración en el Ayuntamiento de Valencia. Autoridades, cava, parlamentos y brindis llenaron el Salón de Cristal. Y por la tarde tocaba festejarlo con el pueblo. La Junta Central Fallera organizó en las Torres de Serranos la «plantà» de una falla «al tombe» que mide 12 metros y que lleva por título «Falla patrimoni». El monumento ha sido realizado íntegramente en vareta por el artista Juanjo García y representa el cartel con el que la Junta Central Fallera promocionó su candidatura ante la Unesco.
Artesanía, talleres, herramientas y otros elementos naturales del gremio componen la figura, coronada por el fuego en forma de llama. «Reproduce la columna clásica, en cuya base se leen las razones que aguantan la fiesta y la han llevado al más alto reconocimiento internacional», dijo el propio artista. Acompañó la subida un grupo de dolçainers y un corto pero efectista castillo de fuegos artificiales, todo ello presidido por la práctica totalidad de las autoridades municipales.
Pero lo más destacado fue la respuesta de la gente. Más de mil personas se congregaron en la Plaza de la Crida para ver la «plantà» y celebrar el galardón de la Unesco. Ellos acompañaron la música y la pirotecnia con sus cantos de «som patrimoni» y ellos pusieron el broche final al acto interpretando improvisadamente el himno de Valencia. «Nos hemos enterado que plantaban una falla y nos hemos reunido un grupo para venir a celebrarlo. Esto es único», decían unas chicas de la falla Joaquín Costa-Burriana. Muchos otros grupos acudieron también a las Torres de Serranos marcados por sus coloridos «polares» y anunciando, además, que la fiesta no ha hecho más que comenzar, porque la falla estará plantada hasta el próximo domingo y el reconocimiento «es para siempre».
De hecho, Valencia prepara ya un Plan Estratégico que incluye un estudio de impacto económico, social, turístico y ambiental que permita conocer las entrañas de una fiesta que no es patrimonio exclusivo de los falleros, sino de toda la sociedad valenciana y ahora de todo el mundo, una fiesta “que gestiona el 10 % y vive el 100 %”. Un estudio de 2008 cifró su impacto económico en 800 millones de euros, pues atrae a más de un millón de visitantes de todo el mundo.
La Unesco valora la creatividad colectiva de las Fallas, que aúnan en un único engranaje a artistas, música, literatura, indumentaria y pirotecnia, permite salvaguardar artes y oficios tradicionales y defiende su conciliación con los derechos humanos, ya que cualquier colectivo puede participar en ellas.
Este reconocimiento mundial quedará indudablemente ligado a la figura de la exalcaldesa de Valencia Rita Barberá, un personaje vinculado a la memoria colectiva del mundo fallero y que falleció de forma inesperada en Madrid hace justo una semana.
Ahora empieza el verdadero reto de las administraciones públicas y la sociedad valenciana para dotar a esta fiesta declarada de Interés Turístico Internacional y a todo lo que la rodea de una protección que la dote de una singularidad y la mayor visibilidad internacional posible, sin perder su sello tradicional.
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